lunes, 24 de agosto de 2015

Supernova fugaz

"La radio ha dicho al fin que sucederá, que todo exceso vuelve como un boomerang"

Volver a casa de Alejandra es una situación extraña. Por una parte, pese a volver solo, vuelvo a sentir la sensación de que todo es como antes, la confianza y cercanía que desde hace 2 años comenzó a perderse. Es como darle al play a una película que llevaba en pausa durante mucho tiempo, para al fin continuarla por el punto que se quedó, sin cambios. Pero, por otra parte, sabes en el fondo de tu ser que la situación es distinta. Pese a que ella siga ahí, mucha otra gente no, debido a tantas separaciones y cambios que se originaron. Sabes que esas tardes en su casa que se repetían una y otra vez hace 2 años no volverán a hacerlo, y te entristece. No por ello pierdes de vista el pensamiento de que lo que pasó tenía que ocurrir de una manera u otra, y que ciertamente no fue más que la explosión de algo que llevaba tiempo desarrollándose y creciendo. Por eso, aunque sea mucha la pena y nostalgia que sienta, sé que fue algo necesario. La vida es cambio, reflexión, transformación. Hoy está, mañana no. Y todo tiene un sentido y una explicación. La mayoría de las cosas acaban en su sitio por sí mismas tarde o temprano. 

Es cierto que puede parecer confuso porque en realidad lo es. Es un asunto con tantos cabos, tantas ramas y ramitas, que sería bastante complicado presentar un dibujo del árbol completo.

Así que, ella sigue estando ahí, junto con su familia, con el ambiente de siempre, con el cariño de antaño. Su madre siempre tendrá preguntas que hacerte, una sonrisa que ofrecer y la sencillez y honestidad que la define; desde luego una de las personas más buenas y dulces que he conocido. Por supuesto, igual que su hija. 
Y es que son ya 6 años desde la primera vez que nos vimos. Siempre ha sido una amistad paulatina, pero segura. Esos 6 años han estado llenos de risas y buenos momentos, de separaciones y tristeza, no ha faltado de nada. 
Cómo olvidar el intercambio a Francia, el segundo al que yo iba y en el que te conocí presentado por otra amiga. ¿Quién iba a decir que unas pocas palabras vergonzosas iban a propiciar todo lo posterior? Quizá eso es lo bonito de conocer a alguien, que nunca sabes cómo va a acabar, que siempre hay tiempo para más, para llegar más adentro de su ser, para compartir otro detalle. 
Cómo olvidar las primeras fiestas del pueblo, meses después del intercambio, cuando acababas de volver de Ecuador de vacaciones. No fue hasta entonces que empezamos a conocernos de verdad... imposible olvidarlo.
En resumen, es una situación con sentimientos mixtos. Sabes todo lo que se perdió en su momento, todos los cambios sucedidos, pero te abraza esa sensación de volver a estar en casa, de volver a continuarlo todo por donde lo dejamos. Y eso, es bonito. Al fin y al cabo es una evolución, una evolución para la que hay que estar preparado. 

Desde luego, yo lo estoy. 

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