Dentro de unas horas vamos a estar juntos durante prácticamente dos días enteros. Puede que me ignore; pero ahí estará él, junto con la oportunidad de darle a conocer la verdad, de arriesgarme.
Pero, ¿vale la pena el riesgo? ¿Qué consecuencias busco? Si tomara el camino fácil, sólo actuaría impulsivamente. Cuando a un niño se le da un bombón de chocolate, a pesar de que haya pedido solamente uno, querrá otro más. Y después otro. No se cansará... pues es su dulce favorito.
Muchas veces nos cegamos y limitamos nuestros objetivos a uno: conseguir aquello que nos satisface, hedonismo en toda regla. No es hasta que lo hemos probado cuando nos cercioramos de que queremos más, de que podemos hacer sufrir a terceras personas, de que no hay vuelta atrás.
Texto escrito a finales de agosto de este año, mejorado en noviembre.
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