Llegó el momento. Uno que para la mayoría llegó hace poco más de un año y que para mí llega hoy. El momento de despedirse de Ugly Betty, una de las mejores series que he podido encontrar.
Sin intención alguna de venderla, diré que no son pocos los buenos ratos que me ha hecho pasar, o a veces incluso malos, que me han mantenido pegado a la pantalla. Betty me ha hecho reír, llorar, emocionarme y descubrir a la persona más cariñosa, altruista y dulce que pueda haber en este mundo. Pero, desde luego, lo que más admiro y me ha inspirado de ella ha sido la fuerza y el coraje que ha demostrado a la hora de afrontar los numerosos problemas que se le han presentado. También me ha enseñado que, con persistencia y dedicación, pueden obtenerse buenos resultados.
Con cada capítulo he ido cerciorándome de que, al fin y al cabo, tengo una pequeña Betty en mi interior.
Y siempre la tendré, aquí: en mi corazón. Hasta siempre.