¿Por qué después de tantos años sigues siendo el que está ahí? Quiero decir, no físicamente, todos lo sabemos. Pero, joder, ¿cómo siempre te las apañas para guardarte en un pequeño hueco oscuro y lejano de mi corazón? Sigues consiguiendo esconderte entre los enredos de la maraña de mi corazón, amenazando con salir, asustándome. ¿Cómo puedo sentir que has hecho tantas cosas mal y a la vez puedo ver en ti mi hogar? Allá donde estés, ojalá estuviera yo. Con las cosas en frío ya no lo veo tan mal, es tan lejano, ya no importa, hace muchos años, no teníamos experiencia... Yo solo he creado excusas y explicaciones para darle un sentido. Un sentido a tu presencia. Pero resulta que no, no estás. Resulta que, aunque no lo creía, fui muy feliz después de ti. Uf, maravillosamente feliz. Mucho más de lo que jamás imaginé. Siempre que he sido así de feliz ha nacido de forma orgánica. Aprendí muchísimo contigo y con todo. Pero no sólo fui estupendamente feliz, también enormemente miserable. A partes iguales. Y quizá siempre te haces un hueco en lo más hondo y oscuro de mi corazón porque, de todas, has sido la constante más bonita, la más fácil, con la que mejor dinámica he tenido. Y madre mía, cómo añoro eso, cómo añoro lo nuestro, cómo te añoro. Y me odiaría estar idealizando, puesto que han pasado casi 8 años y nadie sabe si algo igual podría ocurrir. Aferrarse al pasado es una lacra, pero hay tantísimas sensaciones que echo de menos. Y recordemos a la vez que, aun tras 8 años, tu esencia me persigue. Eso debería significar algo.
He tenido tanto miedo de volver a escribir. Miedo real. Ansiedad, estrés... Todavía soy incapaz de transformar en palabras todo lo que ha ocurrido en los últimos años. No puedo. No soy igual que antes. He cambiado de una manera que me aterra. Y, al mismo tiempo, me veo igual.
Al principio, la vida me dio tantas cosas buenas y relativamente fáciles que creía no merecerlas, y no podía procesarlas. Y, tras eso, la misma vida me dio una de cal y otra de arena. Así que lo siento si hoy sólo soy capaz de echar de menos tus besos, tus miradas, tu manera de cogerme la mano, de tocarme, de hacerme sentir la persona más importante del universo... Cúlpame de querer volver a ver películas contigo, de querer recorrer cada centímetro del mundo y descubrir la vida a tu lado, de caminar bajo la lluvia, de mirarnos envueltos en nuestra burbuja sin necesidad de decir nada, de querer volver a oír tu voz, de sentir cada parte de ti, de tocar tu pelo y planear un futuro juntos. Añoro y deseo tantas cosas de ti y todas con la misma intensidad; salvo, por supuesto, que todo pudiera volver a ocurrir de verdad y no sólo en la reproducción de mis recuerdos.
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