Si una vez escribí tu nombre junto al mío en la pared, hoy regreso a dejar flores a la sombra de un ciprés. Si tu voz ya no es mi maestra ni en el arte de ofender, ¿qué más da recordar quién eras o de quién yo me enamoré?
Si ya no queda nada de qué hablar, si ya no queda nada qué callar, ¿cómo puede ser que duela tanto? Sin miedo en el infierno al recordar, si vuelve a ser domingo al despertar, quédate conmigo aquí a mi lado. Cuando el tren de una historia muerta pasa a tiempo en el andén puede ser que la hierba crezca y se entierre en nuestros pies.
(...)
¿Qué más da mirarnos si siempre es diciembre? ¿Qué más da cruzar los dedos si ya no me mientes? ¿Qué más da que llueva? ¿Qué más da mojarnos si bajo el paraguas no vas de mi brazo?
¿Qué más da quien eras si nadie responde? ¿Qué más da esperar despierta si al volver te escondes?
¿Qué más da el silencio, siempre tan sincero, siempre tan atento entre tú y yo, cuando no hay remedio?
Diciembre - La oreja de Van Gogh
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