-Ni siquiera nos dijimos adiós, pero los dos sabíamos muy bien lo duro que sería para ambos estar separados. ¿De qué servía llamarnos o escribirnos si no le podía abrazar? Yo sabía que cada noche, en mis brazos, Ren desahogaba toda aquella soledad indescriptible que él sentía. Yo le había comprendido más que nadie. Todavía me arrepiento de vez en cuando. La vida sin él se me hace extraña, porque nada de esto parece real si Ren no está. Sobretodo en noches de nieve como esta. Sólo espero que tenga a alguien a su lado para darle calor esta noche.
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