Intenté no darle muchas vueltas al tema, no otorgarle más importancia de la que tenía. No hasta saber más. Pero la soledad siempre me tienta al deseo y una vez más caí en la trampa. En cuanto lo supe no debí haber continuado, pero siempre hay una excusa para ir demasiado lejos.
Aun así, he de decir que esta vez ha sido distinto, ya que durante bastante tiempo supe manejar la situación. Algo que supongo he aprendido después de tantas decepciones.
Pero, más tarde, una angustiosa sensación de vacío se apoderó de mi pecho. Me costaba respirar. En esos instantes lo único que quería hacer era llorar, llorar por todo el sufrimiento. Sin embargo, no estaba solo, y no quería el consuelo de nadie. No pensaba que me fuera a servir de nada y sólo causaría preocupaciones innecesarias. Así que tuve que tragarme todo eso mientras notaba como el fuego bajaba por mi garganta. Como pude, escondí la tristeza y me guardé las lágrimas. Una vez más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario