"No quedan días de verano para pedirte perdón, para borrar del pasado el daño que te hice yo..."
No, ahora mismo ocurre todo lo contrario. El verano está apunto de comenzar, y con él llegarán todas las historias todavía por escribir y, más tarde, recordar. Todos los errores por los que pedir perdón.
Pero.... ¿realmente será así? ¿Realmente habrán momentos inolvidables que perduren en nuestras mentes? Y sobretodo, ¿habrá merecido la espera? Porque, desde luego, ha sido dura. Realmente dura.
Todavía no comprendo cómo he podido centrarme en las obligaciones de la manera que lo he hecho (con un resultado bastante satisfactorio si lo comparamos con lo que ocurría hasta ahora). Es un tanto contradictorio que, después de todas las pérdidas sufridas y los descubrimientos y aclaraciones aterradoras encontrados, cuando más débil y sin motivaciones debería estar... sea entonces cuando haya podido poner las cosas en orden y decidir centrar mis pensamientos en el simple y cotidiano día a día, pudiendo así posponer los problemas para más tarde.
Por otra parte, había cierta motivación en obtener mejores resultados al pensar en el verano, ese período de tres meses del que hablaba, donde todos son momentos para recordar y tardes y noches de diversión y aventuras. Donde siempre hay un mañana y algo más que contar.
Pero he de decir que en lo más profundo he temido y sigo temiendo que todas las expectativas puestas en ello lo fastidien por completo. Han habido demasiadas pérdidas y pensamientos desagradables; y si no ocurren situaciones idénticas o similares a las del año pasado, probablemente estos tres meses que tanta esperanza me han dado me acaben proporcionando decepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario