Lo que ocurrió ese 28 de agosto de 2011 supuso un gran cambio que no tenía previsto afrontar y, de hecho, el recuerdo amargo me ha ido persiguiendo durante estos casi dos años. Por lo que, desde que tuve la capacidad de aclararme los pensamientos y entender (que no aceptar) que las cosas no iban a ser como antes, me he ido cerciorando de que la impotencia y la rabia que siento y esas ganas de que todo fuera como antes se han convertido en un lastre difícil de eliminar.
Ese pequeño proceso tan simple como "entender" fue en realidad complejo y lento de desarrollar; aun así, lo considero otro cambio que será precedente a los que vayan a sucederse ahora.
Ahora mismo se podría pensar que cabe la posibilidad de que las cosas mejoren, pero no suelo ser optimista, así que veo más probable que ese lastre me siga persiguiendo. Será cuestión de tiempo ver cómo todo se desarrolla.
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